Adela amasa la pasta, troza la albahaca y la arroja a la salsa. De la alacena saca la sal y sala la salsa. La gusta: la salsa ya está.
¡Llora la beba! Adela la alza y abraza. Ana calla. Largamente la amamanta, Ana traga y traga hasta que calma.
Adela ama la casa, en especial la sala. Blanca y larga es la sala, amplia. Adela lustra la plata y cambia de agua las plantas.
Tabatha, la gata, maúlla exaltada. Adela la saca al zaguán: -¡Andá a maullar allá!- exclama enfadada.
¡Cuántas cosas pasan! ¡Cansa trabajar de ama de casa! Andar de acá para allá atareada toda la jornada.
Adela no es haragana: lava las sabanas y la manta de lana, saca la tabla y plancha la bata a rayas, sin nada de marcas.
Adela esta cansada y la asalta la pausa. Llora lágrimas amargas: ¡Pobrecita Adela, se le escapó la vida!
=(
ResponderEliminarsuele pasar q en meido de acciones cotidianas nos preguntamos como llegamos a este lugar