Las rodillas, las rodillas me siguen doliendo, disculpe padre pero no
puedo arrodillarme, esta artritis empeora con la lluvia, el padre tan
lindo, tan querido. Hacen falta más hombres como él en el pueblo, a los jóvenes
les falta oficio, más hombres como él, gracias padre, confieso que he
pecado, el mundo necesita más
hombres como el padre, tuve que sacar a Milena de la casa, padre, ella tenía
los bichos, yo tuve que echarla, era ella, fue ella la que trajo los bichos a
la casa, ¡Oh! Tengo un gusano en el cuello de la camisa, ¡no se quitan, no
se quitan! No tienen ningún respeto, ¡ningún respeto por nada! yo
limpiaba pero ahí seguían las moscas, yo limpiaba pero ponían sus huevos en mi
ropa, las sábanas padre, encontraba gusanos en mis sábanas, las lavaba padre y
ahí estaban de nuevo, mis huesos, con este frío no puedo con ellos, debería
estar arrodillada en la iglesia, sobre todo cuando he pecado, qué culpa,
entraba en su habitación para limpiar pero no daba con el nido, padre yo busqué
en su armario y entre su ropa, pero ella los escondía a propósito, Sé que
era intencional, por más que ella lo negara, ¡Por más que lo negara! Después de
todo lo que la ayudé a esa bastarda, que la recibí en mi casa y la traté como a
una hija, a propósito los escondía y
las moscas en la casa y ella dejaba comida fuera de la nevera a propósito, los
gusanos en mis sábanas empezaron a comerme la piel, yo tenía ronchas en mi cara,
me comían la piel padre, mire usted ahora no ve, yo no quiero que el padre
me vea así, con el rostro desfigurado, debo cubrirme el rostro con algo, cubrirme
con un pañuelo, qué dirá la gente del pueblo, si me ve así, qué dirá el padre…
claro, no me ve, pero tengo marcas de sus gusanos en mi cara, yo le dije y le
decía, pero ella me decía que no habían bichos, también busqué el nido en su
cama y lo encontré en su almohada, pude ver a los gusanos dentro de esa
almohada y sentir su olor fétido y putrefacción, era horrible, se alimentaban
del relleno, estoy segura de que Milena los dejaba ocultos para engañarme, que
no los encontrara, ¡pero yo los vi! Soy más lista que esa cualquiera y yo le
pedí a ella que la tirara y se negó, lo hacía a propósito, padre lo hacía a
propósito, yo se que ella lo hacía a propósito porque quería que me enfermara
para traer a su novio, el chico de la carnicería a la casa para vivir en
pecado, Justamente como si pudieran ¡Ja! ¡Como si lo fuera a permitir! le
dije que sacara los bichos de la casa y ella me dijo que no había bichos, ¡Yo
no soy tonta! pero los gusanos seguían en mi cama padre, ella empezó a
llegar por la noche a la casa y podía sentirla entrando las moscas en mi
habitación, caí enferma del estómago y podía ver a los gusanos en mis desechos,
la enfrenté a esa bruja padre ¡No tuve opción! ¡El cielo sabe que no tuve
opción! y le dije que ella sacaba a los bichos o se iba, que yo sabía lo que
estaba haciendo y que quería matarme y ella se fue. Esta mañana Milena no
estaba, entré a su habitación y sus cosas no estaban padre y yo, yo quemé su
almohada y ahora que maté el nido yo me
arrepiento de haber echado a mi nieta y que se haya perdido, me arrepiento
padre. Ojalá tenga perdón.
Ficciones Cotidianas
Según el diccionario María Moliner "ficción" tiene tres acepciones: 1- Acción de fingir o simular. 2- Cosa inventada. 3- Cosa Imaginada. Bienvenido al mundo donde las ficciones son cotidianas, nacen del tedio, la rutina, del día a día ajetreado en la ciudad. Estas son las ficciones ordinarias. Donde vos y yo somos protagonistas.
viernes, febrero 27, 2015
martes, enero 13, 2015
La sombrilla
La sombrilla apareció frente a
Andrés en el momento en que sintió que un chaparrón helado amenazaba helarle
los huesos. Por la calle 100 esa tarde recordó lo que era un aguacero en
Bogotá. Se había acostumbrado a mantenerse abrigado con sus chaquetas Northface
europeas impermeables repelentes al frío. Al sentir esas gruesas gotas en su
espalda supo que se iba a congelar como una estatua solo de mojarse con esa
lluvia de montaña. Se levantó de su puesto en esa tienda y llegó a la avenida
sin rumbo y con el espanto en el rostro.
Es ese momento, un vendedor pasó
a su lado ofreciendo sombrillas a $10.000 y solo por escucharlo volvió a la
vida.
Andrés: -¿A cómo las sombrillas?
Vendedor: -Son a $10.000. Hay de
color verde, morado y azul.
Andrés: -Quiero una azul –dijo-.
Le entregó un billete de mil pesos.
Vendedor: - Señor, que son a
$10.000.
Andrés buscó entre los billetes
de $50.000 y encontró uno de $10.000 en su billetera. Le pagó por la sombrilla
y la abrió encima de su capota negra. Se le ocurrió caminar para coger un taxi
y visitar en su panadería a su amiga pastelera. Era la única que esa
tarde podía ayudarlo a sentir calor en toda Bogotá. Frenó un taxi y le indicó
al conductor un sitio, una dirección en La Candelaria.
Todavía temblaba de frío cuando
abrió la ventanilla y el conductor comenzó a hablarle del partido de Nacional.
Andrés no tenía idea de fútbol y solo asentía. El conductor lo llevó a La
Candelaria y frenó.
Conductor: - ¿Está bien aquí?
Andrés: - Si, aquí es.
Conductor: - Son $20.000.
Andrés los pagó sin más y saltó
fuera del taxi. Cuando dobló la esquina para ir a la pastelería se
dio cuenta de que había dejado dentro del taxi su sombrilla nueva. Su cabello
sudado se pegaba a su capota. Vio el letrero del sitio de su
amiga “Patisserie du soleil”, pero las persianas estaban bajas. Quiso buscar su
celular para escribirle a Matilde por facebook.
Se dio cuenta de que no lo tenía. Tampoco su billetera.
jueves, junio 12, 2014
Ella
Yo podía verla diáfana como un gato. Sobre todo cuando ella estaba
sentada hecha un ovillo en el sillón y permanecía silenciosa en el distante
mundo de su pasado. Hundida en el sofá, su falda siempre combinaba con la tela
roja del sillón fuera de color verde, fuera plateada o fuera morada. Como su
personalidad, su ropa tenía la capacidad camaleónica de los animales que se
confunden con el ambiente. También se confundía con su entorno, como muchas
chicas bonitas se pueden confundir: con un cigarrito en la boca roja, con un
cóctel en la mano decorada con pulseras, con lentes sin marco sobre la nariz
blanca y respingada.
Ya no recuerdo su voz. O sus palabras. Era una imagen de una
película que me acompañaba por las noches, su cuerpo macizo y flaco recostado
en el lado izquierdo de la cama. El cigarrillo colgaba de sus dedos. La ceniza
caía en las sábanas. La música sonaba de fondo y el silencio en su boca. Muchas
veces encontré nuestros diálogos en películas que vi después de que ella se
fuera de nuestra escena. Soñé nuestras conversaciones de boca de actrices, ahora
que la recuerdo y la olvido frente a la pantalla. Ahora que ya no sé si está
recostada a mi lado mientras cierro los ojos con fuerza para ver su cabello
rubio colgando sobre mi almohada.
La toalla azul huele a ella. Todavía está húmeda. Salí de la
ducha y encontré la toalla tendida sobre el lavabo. Cuando me sequé la cara
sentí su buqué a máscara de pestañas, crema humectante para piel seca,
cigarrillos negros y almendras. Y sentí deseos de probar el salado sabor de su
excitación con la lengua. La apoyé en la toalla y sentí con placer su sudor
ácido. En la habitación el televisor calló de repente y con el silencio mi
agitación viró en llanto. Yo sé que ella no volverá dije en voz alta para
consolarme. Caminé derrotada al dormitorio. Soy consciente de que ella jamás
vuelve atrás. Soy parte de su pasado, soy una película que no volverá a ver.
La pantalla del televisor está negra. No entiendo. No
entiendo cómo el enchufe pudo desconectarse mientras me duchaba. Dudo, quizás
lo desenchufé sin saberlo. Quizás ya no se qué hago y es ella la que maneja mi
cuerpo a la distancia. Necesito ver mi imagen en el espejo. Quizás, ahora soy
ella.
jueves, marzo 20, 2014
Chihuahua
¿Dónde meto este chihuahua? Por favor, ¿cómo se le puede ocurrir
a Martín regalarme un perro? Y encima un chihuahua. ¡Socorro! ¡No para de
ladrar! Mi papá me va a asesinar. Lo sé. O peor: me va a echar a la calle como
un perro con chihuahua y todo. La noticia del chihuahua va a ser peor que
aclararle que Martín es mi novio desde hace 6 meses. ¿Y si lo mata? ¡Por favor!
¿Cómo se apaga ese perro? ¡No para de chillar! Es imposible ocultarlo. Creo que
cabe en mi maleta. Ven perrito, ven. ¡Deja de ladrar! ¡Ya! ¡Cállate! Son
pasadas las 5 de la tarde, ya debe estar por llegar. Tengo que ver qué hago con
este perro. ¡No! ¡No orines la cama! ¡Madre mía! ¡Estoy en crisis! –y coge el
celular- Martín. Alo, ¿Martín? Ven por tu perro, yo no lo quiero. ¿Cómo? No, yo
no puedo quedármelo. Sabes que la cosa se me va a poner fea en casa. No, no es
que ya no me guste. Si, sé que es bonito y que yo quería adoptarlo, pero no así.
¡No me grites! No, no te pongas bravo… Sí, me gusta el perrito, pero… Bueno,
bueno. Entiendo, estás en una reunión. Claro, hablamos luego. Bye. ¿Y tú qué
miras, con esa cara de perro anoréxico estúpido chihuahua? ¡Si al menos fueras
pit bull o bull terrier inglés! ¿Qué voy a hacer contigo? ¡Cállate, te lo
ruego! ¡Deja de chillar! –golpean la puerta de su habitación- ¡¿Quién es?!
-¿Qué es ese alboroto Camilo? –preguntó su madre mientras
entraba a la habitación-.
-Ma, es que Martín me regaló un perrito. Míralo, es bonito,
¿verdad?
-¿Eso es un perro? Camilo, eso parece un muñeco de trapo,
aparte no deja de ladrar. ¿Qué va a decir tu padre? Camilo, ¿en qué pensabas
cuando aceptaste ese perro?
-Ay, ma, es que es bonito, sé que lo podemos domesticar, es
muy pequeño todavía.
-Camilo, sabes que a tu padre no le va a gustar ese bicho.
Tienes que llevártelo antes de que regrese.
-Ma, porfa, es de raza, es bonito y además es muy costoso, me
dijo Martín que salió cerca de un millón de pesos. Sé que lo podemos
domesticar, porfa, ma.
-¡No seas necio! ¿Quién le va a dar alimento y llevar al
veterinario? ¡Un millón de pesos por esa rata! ¿No consiguió por un millón de
pesos al menos un poodle? No, Camilo. Ese perro en esta casa no se queda. ¡Y
haz que deje de chillar! ¡Madre Santa! ¡Es insoportable! Ese perro se va de
esta casa, verás tu si quieres acompañarlo.
-Bueno, ma –respondió mientras cogía al perro y lo guardaba
en su maleta-.
domingo, diciembre 01, 2013
El cielo de viaje
Soy
morado y hueco. No soy de este país. Llegué en un avión, envuelto
en papel y una bolsa blanca. Llegué con un alfajor y un bombón,
pero ya no están. No sé qué les pasó. Al lado mío hay un
congénere. Es de madera. Se ve decrépito y huele mal. Parece haber
muerto. Temo por mi futuro en este estante blanco y frío, agobiado
por montones de tazas de todos los tamaños y un colador.
***
¡No hay
peligro! Esta mañana me metieron en un bolso con un termo de acero,
una bombilla panzona y yerba peperina. Volví a ver la luz en un
parque con un lago, hacía sol y había montañas. Entendí que a
pesar del largo trayecto que he recorrido nada cambió. El pasto
sigue siendo verde y el cielo azul y blanco.
***
sábado, noviembre 02, 2013
Los losers del sábado a la noche
Lorena sentada en la mesa vio cómo su papá le sirvió una copa de vino tinto a su mamá en la mesa. Ella la sostenía inclinada y sonreía mientras se llenaba poco a poco. Su papá también le ofreció vino y llenó su copa por la mitad. Era sábado por la noche. La cena consistía en lomo al horno con papas y batatas. De postre ensalada de frutas con crema. Una taza de café. Y después, encender el televisor para no escuchar cómo sus padres tenían sexo en su habitación.
Acostada en la cama, con la colcha cubriéndole la nariz, hacía zapping a toda velocidad. A pesar del volumen, podía escuchar los golpes de la cama matrimonial contra la pared. Casi podía imaginarlos, su papá arriba como un Adonis con panza y pulóver de pelos en pecho y su mamá suspirando debajo de sus senos talla 100 y abdomen de pilates. Y ella sola, en su habitación, como cada sábado a la noche, poniendo programas que no veía para evitar escuchar el alboroto de la pasión paternal.
A las 11,05 escuchó el primer orgasmo. Oyó cómo la puerta de la habitación se abría y alguien iba al baño. Por el ruido al andar supuso que, esta vez, había salido primero su papá. Se sentó en la cama, indignada. Manoteó el celular, rezándole a Facebook por su salvación. El milagro: un mensaje privado.
Dami Cullen
“Hola! Sos relinda ¿sos de capital?”
Lorena Parra
“hola ¿quin sos? ─tipeó en un ataque de pánico.
Dami Cullen
“Soyel primo d Sergio noconocimos hace unmes en sucumpel”
Lorena Parra
“¿Cómo estás? ¿Todo bien? Qué sorpresa tu mensaje”
Dami Cullen
“Esq no me animaba ahblarte. Sos re linda Sabías?
Lorena Parra
“Jjajajja Gracias! :DDDD”
Dami Cullen
“Q hacias?”
Lorena Parra
“Nada miraba tele”
Empezó el segundo round en la habitación sus papás. Podía escuchar los gorjeos de placer de su mamá y el murmullo húmedo de la voz de su papá. Se tapó la cara con la almohada y cambió de canal. Otra vez el milagro.
Dami Cullen
“querés ir a tomar algo? Yote invito :)”
Lorena Parra
“dale. A dónde nos encontramos?”
Dami Cullen
“en plaza serrano en media hora teva¡?”
Lorena Parra
“dale ya salgo”
Lorena saltó de la cama y en exactamente 15 minutos se había vestido, peinado, perfumado y maquillado. Dejó una nota sobre la mesa del comedor y se subió al ascensor. Mientras bajaba se pintó los labios y practicó poses sexies frente al espejo. Salió del edificio radiante. Paró un taxi, se sentó a escuchar música y en media hora llegó a plaza serrano. El lugar estaba repleto. Como siempre. Buscó en su cartera el celular, iba a escribirle a Dami Cullen cuando descubrió que estaba sin batería. No habían quedado en encontrarse en ningún bar, no tenía su teléfono ni había llevado el cargador.
Caminó unos minutos tratando de encontrarlo, pero no lo vio en ninguno de los bares frente a la plaza. Se sintió la peor loser del sábado a la noche. Tomó un taxi y regresó a su casa.
La nota seguía sobre la mesa y sus padres por el 2do o 3er round. Conectó el celular.
Dami Cullen
“hola estoyllefando por donde andas?”
Dami Cullen
“hola ya estoy aca donde nos vemos?”
Dami Cullen
“donde estas te estoy esperando hace media hora nos vemos en Tazzz!”
Se sentó en la cama. Estaba por responderle cuando Dami Cullen subió una foto de él brindando con una rubia desopilante con dos margaritas.
Lorena Parra
Apagó el celular.
domingo, agosto 11, 2013
Tres libros de autoayuda
Juliana
amaba a Daniel desde el comienzo del bachillerato. Él la había
ayudado a aprobar los exámenes de química, había pasado tardes
enteras con ella con la excusa de un helado y le había dado su
primer beso. A un semestre de graduarse de arquitecta, ella pensaba
en que podían tomarse un año sabático y recorrer el mundo juntos,
antes de casarse y compartir el resto de sus vidas.
Una
noche de jueves en que habían decidido no juntarse para poder
estudiar juiciosos, Juliana paseaba por los muros de facebook. Vio a
Daniel en el chat y comenzaron a hablar de todo y de nada. De pronto Juliana recibió este mensaje de Daniel:
“jajajjja mi cielo volvemosa ver medianoche en parís enel cine
cuando quieras :) :) :)”. Al principio Juliana no entendió nada
porque hacía meses que no iban juntos al cine y esa película recién
se estrenaba. Luego entendió algo y pensó lo peor. Hizo como si no
hubiera leído nada, cambió de tema rápido y se despidió como
siempre y como si nada. Pero no pudo dormir.
Convenció
a un amigo que estudiaba informática de que le consiguiera la clave
de facebook de Daniel. Él se la pasó a los dos días. Ella
descubrió que Daniel salía con otra chica hacía más de un año.
Entonces Juliana juntó todas las fotos, toda la ropa, todas las
cartas, y todos los peluches que le recordaban a Daniel, los puso en
una bolsa y los botó. Terminó con él por teléfono, decidió
bloquearlo de todas las redes sociales y no verlo más.
Al
principio una ira profunda la animó a seguir adelante. Pero a medida
que pasaban los días y Daniel le faltaba en todas partes, empezó a
dudar de su decisión. Un viernes a la noche, a los 13 días y 8
horas de haber terminado con Daniel se quebró. Después de siete
años era soltera. Lloraba sola en su casa, cogía el celular para
llamar a Daniel y con gran esfuerzo lo dejaba otra vez sobre la mesa.
Quería decirle que ya no le importaba que tuviera una amante, que
ella lo extrañaba, que le hacía falta el olor a champú de su
cabello, chocarse con sus lentes en medio de un beso y que la
convenciera de sus mentiras con bromas y caricias.
Entre
lágrimas fue a la cocina a buscar cualquier cosa dulce que comer. No
había helado, ni chocolate, ni mermelada, ni galletas. Después de
revolver hasta el último paquete, encontró unas Frunas en un
estante alto de la alacena. Cogió una, la masticó con fuerza y se
la tragó con todo y sabor amargo. Entonces comió otra que le supo
más dulce. Y otra que le hizo olvidar su celular. Y otra que la
llevó a su cama. Y otras en su cama que le ayudaron a dormir entre
sollozos. De este modo, Juliana llegó viva al sábado por la mañana.
Se levantó de la cama y decidió escribir un libro: “Cómo superar
una tusa un viernes a la noche a fuerza de caramelos”. Fueron
ochenta y siete páginas de liberación femenina que su papá apoyó.
Y no solo eso, si no que además logró que un amigo publicara el
texto en su editorial.
El
libro fue un éxito de venta y Juliana a los pocos meses publicó una
secuela: “Cómo superar una tusa una tarde de domingo a fuerza de
helado y galletas”. Fue otro best-seller que tradujeron al inglés,
francés y alemán: “...siéntate frente al helado y hunde tu
cuchara hasta el fondo. Llévalo a tu boca, deja que se derrita,
saboréalo. Decídete a ser como el helado para pasar este mal
momento: de hielo, pero dulce. Fría, pero irresistible. También
déjate espacio para ablandar tu corazón con el calor de un abrazo
sincero. Recuerda que no eres de piedra...”.
De
más está decir que Juliana subió de peso. Recién graduada,
comenzó a trabajar en un estudio de arquitectos. Una mañana, antes
de ir a la oficina, se vió frente al espejo y extrañó sus pómulos
huesudos y comprarse ropa talla S. Entonces decidió ponerse a dieta
y hacer ejercicio. En menos de cinco meses se veía espectacular.
Cambió su modo de vestir por otro más atrevido y sensual. Se sentía
feliz consigo misma y se notaba. Tenía muchos pretendientes y muchos
planes para cada día de la semana.
Un
domingo por la tarde salía del cine acompañada por un atractivo
caballero cuando se topó con Daniel, que también estaba acompañado.
Se saludaron y se miraron con incomodidad. Ella vio a Daniel
demasiado petiso, mal vestido, con poco pelo y las mismas gafas.
Cruzaron las palabras justas y se despidieron. Juliana decidió que
para siempre. Al poco tiempo sacó el tercer tomo de la colección:
“Cómo bajar todo lo que engordaste entusada y conseguir un nuevo
chico”. También fue un éxito internacional. Y ese fue el último
libro de autoayuda que escribió Juliana.
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