martes, noviembre 29, 2011

Sonrisa


El taxi llegó dentro de los cinco minutos confirmados por la compañía. Lo hizo saber tocando bocina en la puerta de la casa. Él se puso su enorme mochila y ella cogió su equipaje de mano y de vida, ya después de un año de visitar el mundo. El taxista abrió el portaequipajes y allí cayeron sus pertenencias. Se abrazaron. Él subió al auto y se fue. Ella se despidió con un largo adiós como conjuro para olvidar su sonrisa.