Mi amiga estaba demorada,
como de costumbre, y yo pasaba el rato en el bar leyendo acerca de
“Las 10 poses más Hot” en la Cosmo. Alguien se sentó en mi mesa
y despegué la vista de la nota. Mi amiga me saludó. A su lado estaba un hombre. Un hombre con el que rápidamente me imaginé haciendo
“Las 10 poses más Hot”.
- Discúlpame, pero de
camino al bar me encontré por casualidad con mi amigo Diego - y lo
señaló. Diego sonrió y me extendió la mano.
- Soy buen sexo.
Mi desconcierto y rubor
debieron ser evidentes porque mi amiga no paraba de disculparse
mientras Diego me miraba fijo a los ojos.
- Hace mucho que no
veía a Diego. Nos cruzamos a la salida del transmi y nos quedamos
conversando. Casi no me di cuenta de la hora. Como estaba demorada y
teníamos ganas de seguir conversando lo invité. Espero que no te
haya molestado.
- Para nada –
respondí de inmediato, tratando de ocultar mis largos colmillos
sedientos del cuello de Diego. - Me parece una excelente idea. Me
encanta conocerte, Diego.
- Soy buen sexo. Soy
buen sexo. Soy buen sexo. Soy buen sexo.
Casi muero ahogada con un
trago de cerveza. O ese chico no paraba de repetir que era buen polvo
y a Lau no le importaba o yo estaba enloqueciendo, sugestionada por
lecturas de Cosmopolitan. Empecé a toser fuerte a propósito y me
encerré en el baño unos minutos. Decidí inventar una excusa y
desaparecer.
- Disculpame, Lau,
pero no me siento bien. Te llamo mañana, te dejo bien acompañada.
- ¿Te ayudo en algo?
¿Traigo agua o una aromática?
- No, no. Gracias. Me
voy. Te llamo más tardecito. - dije mientras le daba un beso en la
mejilla. - Chau, Diego.
- Soy buen sexo.
Tropecé con mis propios
pies al escuchar esa frase de nuevo. Me erguí intentando mostrar una
actitud relajada, pero estaba más tiesa que un maniquí. “Tengo
que dejar de leer esas revistas”, pensé, “pero Diego sí que
tenía cara de buen sexo” y me mordí el labio mientras lo
imaginaba desnudo.