sábado, febrero 25, 2012

Oveja Negra

Una vez froté el cepillo de dientes de "alguien" contra mi bombacha sucia y después de eso su sonrisa iluminó mis días.


jueves, febrero 23, 2012

Mate amargo

 - La nueva novia de papá me regaló una muñeca.
Un bladazo de agua helada la dejó sin aliento.
 - ¡Qué bueno! ¿Me la mostrás?
Camila se levantó de su silla y corrió a su habitación a buscar su nueva “Bratz”. Su mamá sorbía el mate con la mirada perdida en algún pensamiento oscuro. No notó que la pequeña había regresado hasta que le puso el juguete frente a sus ojos.
 - ¡Qué bonita! - dijo mientras esbozaba una sonrisa amarga. La muñeca se veía como el millón de dólares que ella no tenía.
 - ¡Es mi muñeca super fantástica! Gaby me dijo que como me estaba portando super bien en su casa me merecía un recompensa.
La niña miraba extasiada a su nueva compañera de juegos. Le peinaba el pelito y arreglaba su ropa con una sonrisa gigante. Cecilia la miraba fijamente.
 - ¡Ah! Y por eso te regaló la muñequita. Mirá que lindo gesto.
Una pequeña llama empezó a arder en el dedo de Cecilia. Rápidamente se extendió por todo su cuerpo: vivas lenguas de fuego la consumían de impotencia y bronca.
 - Gaby también me dijo que si me seguía portando así me iba a llevar a uno de los super desfiles en los que trabaja. Sale en la tele y todo.
Cecilia se partió en mil pedazos. Recordó a Martín diciéndole que con ella no podía crecer, que de lo único que hablaba era de la escuela y sus alumnos. Pudo ver sus labios pronunciando el epitafio de la pareja “Quiero ver el mundo y vos me anclás”. Retuvo el llanto en sus ojos vidriosos.
 - Me alegro mucho mi amor. - dijo con aire ausente. Se levantó de la mesa con el mate en la mano. - ¿Querés más mate? Le voy a cambiar la yerba. - dijo desde la cocina.
 - Bueno, pero del que tiene limoncito.
Su mamá golpeó con fuerza el mate contra el tacho. Lágrimas de ira brotaban de sus ojos. 

lunes, febrero 13, 2012

Cajita de música

- ¿Qué mirás?
La habitación estaba débilmente iluminada por la luz del pasillo. 
- ¿Qué mirás? - repitió el niño de 5 años.
El silencio por toda respuesta fue lo que movió al pequeño por fuera de las cobijas en esa noche de otoño. Se sentó al lado del muchachito que observaba atento aquel objeto que despertaba en el pequeño tanta curiosidad.
- ¿Qué mirás?
Santiago le extendió la cámara digital al niño inquieto que había crecido en ese orfanato. No obstante, para Santiago era su primera noche lejos de su mamá y apenas entendía el por qué. La explicación, si había alguna otra más personal que la injusticia, yacía en un video de más de 10 minutos que no podía dejar de ver. 
- Es mi mamá – Dijo el sieteañero. Es bailarina.
Las danzantes imágenes impregnaron la retina del niñito.
- Es muy bella. ¿Dónde está? ¿Por qué te dejó solo?
- No se dónde está, pero estoy seguro de que va a venir a buscarme. Ella no me dejó solo. Se que va a volver. - y le quitó la cámara de las manos.
- Puede ser muy hermosa y que la quieras mucho – replicó Juancho – pero ninguno de nosotros volvió con sus mamás. Vienen otras familias a buscarnos. Lo se porque vivo aca hace mucho.
El pequeño volvió a su cama.
- Mi mamá es diferente – alcanzó a responder Santiago mientras se metía en la cama y tapaba hasta la nariz.
Se durmió confundido. Soñó que se quedaba solo, que su mamá no volvía.
Por la mañana sonó el teléfono en la Institución. Una bailarina joven, madre de un muchachito se había suicidado en el subterráneo la noche anterior.En el orfanato no sabían como darle a Santiago la noticia. El chico miraba el video de su cámara digital sin pausa.  



Ilustración por Mateo Nieto

lunes, febrero 06, 2012

Un dolor de cabeza


Ilustración por Mateo Nieto

Un dolor de cabeza

Iba caminando solo por las callejuelas de ese pequeño pueblo rogando por una pastilla de ibuprofeno. El sol se estaba encargando de terminar de achicharrar las pocas ideas que me quedaban cuando vi aquella destartalada tienda de ramos generales.
Apresuré el paso y entré. Un hombre de piel curtida y ojos entrecerrados jugaba con el mondadientes en su boca.

- Disculpe...- y el señor me miró como si debiera disculparme por mi intromisión y no se tratara de una formalidad.
- Silencio -
- Eeeh. Señor, ¿tiene algo para el dolor de cabeza?
- Silencio – se fue hacia la parte de atrás del local y volvió con un martillo, un hacha y una caja y una tira de aspirinas comunes.
No entendí nada. El señor se me quedó mirando inquisitivamente. Razoné que en esta pequeña localidad quizás para él un martillo era un remedio razonable para el dolor de cabeza. Así que me decidí a preguntar por posología y precios de los remedios.
- Y digame – espeté de manera dubitativa - ¿Qué hace cada uno y cada cuánto debo administrarlo? También quisiera saber los precios, es que no se cuál elegir.
- ¿Usted es diestro?
- Eeeh, si.
- ¿Las piernas también?
- ¿Ssi?
- Le ofrezco un martillazo en la rodilla derecha, va a olvidar el dolor de cabeza instantáneamente. Esto le cuesta $50 por aplicación. Puede suministrarse golpes cuando lo considere necesario. Tiene algunos efectos colaterales, pero el dolor de cabeza ya no será un problema para usted.
- ¿Me va a cobrar $50 por pegarme un golpe en la rodilla?
- Claro, fueron meses de perfeccionamiento para pegarle justo en aquel lugar que lo deje sin sentido del inmenso dolor de rótula.
- Veo. ¿Y el hacha?
- Me tiene que pagar por adelantado $200, yo le corto su cabeza con el hacha y le pego con Poxiran su nueva cabeza que está en esta caja. Le advierto que solo me quedan de mujer.
- Disculpeme, pero eso ¿no me mataría?
- Es un posible efecto secundario, por eso el tratamiento se paga por adelantado.
- Comprendo. ¿Las aspirinas?
- Por la radio dicen que quita el dolor de cabeza, pero no lo comprobé a ciencia cierta. Se toma una cada 8 horas. Pero le recomiendo el martillazo que lo puede dosificar con la frecuencia que desee y además tiene 100% de efectividad para el malestar que ahora lo aqueja.
- ¿Cuánto están las aspirinas?
- $20 la tira.
- ¡¿20 la tira?! ¡Eso es un disparate completo! A lo mucho salen $9.
- En Buenos Aires, aca no.
- Hummm...

Salí del negocio con un vaso de chicha, realmente quería olvidar el dolor de cabeza a sorbos.