jueves, febrero 23, 2012

Mate amargo

 - La nueva novia de papá me regaló una muñeca.
Un bladazo de agua helada la dejó sin aliento.
 - ¡Qué bueno! ¿Me la mostrás?
Camila se levantó de su silla y corrió a su habitación a buscar su nueva “Bratz”. Su mamá sorbía el mate con la mirada perdida en algún pensamiento oscuro. No notó que la pequeña había regresado hasta que le puso el juguete frente a sus ojos.
 - ¡Qué bonita! - dijo mientras esbozaba una sonrisa amarga. La muñeca se veía como el millón de dólares que ella no tenía.
 - ¡Es mi muñeca super fantástica! Gaby me dijo que como me estaba portando super bien en su casa me merecía un recompensa.
La niña miraba extasiada a su nueva compañera de juegos. Le peinaba el pelito y arreglaba su ropa con una sonrisa gigante. Cecilia la miraba fijamente.
 - ¡Ah! Y por eso te regaló la muñequita. Mirá que lindo gesto.
Una pequeña llama empezó a arder en el dedo de Cecilia. Rápidamente se extendió por todo su cuerpo: vivas lenguas de fuego la consumían de impotencia y bronca.
 - Gaby también me dijo que si me seguía portando así me iba a llevar a uno de los super desfiles en los que trabaja. Sale en la tele y todo.
Cecilia se partió en mil pedazos. Recordó a Martín diciéndole que con ella no podía crecer, que de lo único que hablaba era de la escuela y sus alumnos. Pudo ver sus labios pronunciando el epitafio de la pareja “Quiero ver el mundo y vos me anclás”. Retuvo el llanto en sus ojos vidriosos.
 - Me alegro mucho mi amor. - dijo con aire ausente. Se levantó de la mesa con el mate en la mano. - ¿Querés más mate? Le voy a cambiar la yerba. - dijo desde la cocina.
 - Bueno, pero del que tiene limoncito.
Su mamá golpeó con fuerza el mate contra el tacho. Lágrimas de ira brotaban de sus ojos. 

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