lunes, abril 04, 2011

El llamado

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Fotografía por Matías Rodriguez

El llamado

- ¿Miguel llamó?
- No, Isa. ¿No se acuerda que Miguel está trabajando?
- ¿Y cuándo vuelve? Yo lo extraño mucho...
- Pero Isa, Miguel trabaja tanto. Además en Venezuela no es como acá, no hay teléfonos en todos lados. ¿Qué hace?
- Yo lo extraño mucho. Lo voy a llamar.
- Dejeme ayudarla, Isa.- La mujer tomó a la anciana por debajo de los brazos y la ayudó a sentarse en el borde de la cama. Le acomodó un mechón de cabello blanco que se cernía sobre sus ojos brillantes. La pena se asomó por el lacrimal y rodó por las mejillas rugosas.- No se ponga triste, Isa. Ya va a llamar.
- ¡Quiero hablar con él ahora! ¡Soltame, puta! ¡Vos no querés que yo lo llame, no querés que le cuente que me pegás con un cinto! ¡Vos me querés matar a mi!
- Isabel, en un ratito llama Miguel. No se preocupe.- la voz era dulce y pausada. Con su mano limpió el llanto en el rostro ajado.
- ¡Me estás mintiendo, puta!-tomó la mano de Nora con violencia- ¡Dame el teléfono!- la anciana se estremeció.- ¡Damelo te digo!- gritó furiosa mientras se incorporaba.- ¡Te voy a cagar a palos!
Nora rodeó a la anciana por la cintura mientras ésta se sacudía, la ayudó a levantarse y la acercó a la ventana. Le señaló el cielo gris y la tormenta furiosa.
- Es que con esta lluvia no andan los teléfonos, Isa. Cuando termine de llover vuelve la línea y ahí nomás lo llamamos.
- Cuando termine la lluvia...
- Exacto, cuando termine la lluvia lo llamamos. Siéntese, mire que bonitas las gotas, cómo se deslizan contra el vidrio.
La anciana apoyó sus manos de papel en el vidrio. Miraba silenciosamente por la ventana. La acomodó en el asiento y le recogió el cabello. Permaneció a su lado unos minutos. Isabel fue recobrando la calma progresivamente.
Con su habitual eficiencia, Nora tomó el parte médico y anotó: “durante el transcurso de la tarde, la paciente ha sufrido tres episodios de violencia. Aumentar dosis de calmantes por la noche”. Ahora podía dedicarse a terminar el autodefinido. Hijo de Jacob y de Zilpa, cuatro letras...
- ¿Ya llamó Miguel?- las palabras brotaron entrecortadas, casi en un susurro, interrumpidas por una incipiente somnolencia.
- Si, Isa, ¿no recuerda? Habló con usted hace tan sólo unas horas. Le esta yendo bien en Venezuela, ¿no?
- Bien, muy bien... Lo extraño tanto...
- Quédese tranquila Isa, ya va a venir de visita.
No hubo respuesta. La anciana dormía. Nora tomó la revista nuevamente: memoria, antónimo.