jueves, marzo 20, 2014

Chihuahua

¿Dónde meto este chihuahua? Por favor, ¿cómo se le puede ocurrir a Martín regalarme un perro? Y encima un chihuahua. ¡Socorro! ¡No para de ladrar! Mi papá me va a asesinar. Lo sé. O peor: me va a echar a la calle como un perro con chihuahua y todo. La noticia del chihuahua va a ser peor que aclararle que Martín es mi novio desde hace 6 meses. ¿Y si lo mata? ¡Por favor! ¿Cómo se apaga ese perro? ¡No para de chillar! Es imposible ocultarlo. Creo que cabe en mi maleta. Ven perrito, ven. ¡Deja de ladrar! ¡Ya! ¡Cállate! Son pasadas las 5 de la tarde, ya debe estar por llegar. Tengo que ver qué hago con este perro. ¡No! ¡No orines la cama! ¡Madre mía! ¡Estoy en crisis! –y coge el celular- Martín. Alo, ¿Martín? Ven por tu perro, yo no lo quiero. ¿Cómo? No, yo no puedo quedármelo. Sabes que la cosa se me va a poner fea en casa. No, no es que ya no me guste. Si, sé que es bonito y que yo quería adoptarlo, pero no así. ¡No me grites! No, no te pongas bravo… Sí, me gusta el perrito, pero… Bueno, bueno. Entiendo, estás en una reunión. Claro, hablamos luego. Bye. ¿Y tú qué miras, con esa cara de perro anoréxico estúpido chihuahua? ¡Si al menos fueras pit bull o bull terrier inglés! ¿Qué voy a hacer contigo? ¡Cállate, te lo ruego! ¡Deja de chillar! –golpean la puerta de su habitación- ¡¿Quién es?!
-¿Qué es ese alboroto Camilo? –preguntó su madre mientras entraba a la habitación-.
-Ma, es que Martín me regaló un perrito. Míralo, es bonito, ¿verdad?
-¿Eso es un perro? Camilo, eso parece un muñeco de trapo, aparte no deja de ladrar. ¿Qué va a decir tu padre? Camilo, ¿en qué pensabas cuando aceptaste ese perro?
-Ay, ma, es que es bonito, sé que lo podemos domesticar, es muy pequeño todavía.
-Camilo, sabes que a tu padre no le va a gustar ese bicho. Tienes que llevártelo antes de que regrese.
-Ma, porfa, es de raza, es bonito y además es muy costoso, me dijo Martín que salió cerca de un millón de pesos. Sé que lo podemos domesticar, porfa, ma.
-¡No seas necio! ¿Quién le va a dar alimento y llevar al veterinario? ¡Un millón de pesos por esa rata! ¿No consiguió por un millón de pesos al menos un poodle? No, Camilo. Ese perro en esta casa no se queda. ¡Y haz que deje de chillar! ¡Madre Santa! ¡Es insoportable! Ese perro se va de esta casa, verás tu si quieres acompañarlo.

-Bueno, ma –respondió mientras cogía al perro y lo guardaba en su maleta-.     

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