martes, enero 13, 2015

La sombrilla

La sombrilla apareció frente a Andrés en el momento en que sintió que un chaparrón helado amenazaba helarle los huesos. Por la calle 100 esa tarde recordó lo que era un aguacero en Bogotá. Se había acostumbrado a mantenerse abrigado con sus chaquetas Northface europeas impermeables repelentes al frío. Al sentir esas gruesas gotas en su espalda supo que se iba a congelar como una estatua solo de mojarse con esa lluvia de montaña. Se levantó de su puesto en esa tienda y llegó a la avenida sin rumbo y con el espanto en el rostro.
Es ese momento, un vendedor pasó a su lado ofreciendo sombrillas a $10.000 y solo por escucharlo volvió a la vida.
Andrés: -¿A cómo las sombrillas?
Vendedor: -Son a $10.000. Hay de color verde, morado y azul.
Andrés: -Quiero una azul –dijo-. Le entregó un billete de mil pesos.
Vendedor: - Señor, que son a $10.000.
Andrés buscó entre los billetes de $50.000 y encontró uno de $10.000 en su billetera. Le pagó por la sombrilla y la abrió encima de su capota negra. Se le ocurrió caminar para coger un taxi y visitar en su panadería a su amiga pastelera. Era la única que esa tarde podía ayudarlo a sentir calor en toda Bogotá. Frenó un taxi y le indicó al conductor un sitio, una dirección en La Candelaria.
Todavía temblaba de frío cuando abrió la ventanilla y el conductor comenzó a hablarle del partido de Nacional. Andrés no tenía idea de fútbol y solo asentía. El conductor lo llevó a La Candelaria y frenó.
Conductor: - ¿Está bien aquí?
Andrés: - Si, aquí es.
Conductor: - Son $20.000.
Andrés los pagó sin más y saltó fuera del taxi. Cuando dobló la esquina para ir a la pastelería se dio cuenta de que había dejado dentro del taxi su sombrilla nueva. Su cabello sudado se pegaba a su capota. Vio el letrero del sitio de su amiga “Patisserie du soleil”, pero las persianas estaban bajas. Quiso buscar su celular para escribirle a Matilde por facebook. Se dio cuenta de que no lo tenía. Tampoco su billetera. 

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