martes, octubre 26, 2010

El lunes empiezo

Caminó hacia la cocina. Aún tenía lagañas en los ojos. Vio el cartelito que ella misma había colgado de la heladera y que decía: “Lo que comas hoy, mañana estará en tu cadera”. Abrió la puerta y tomó un frasco de mermelada de frutilla, hundió una cuchara sopera en él y comió una porción sin inmutarse. Todavía somnolienta, se arrastró hasta el baño. Allí trepó a la balanza. Había subido nada más y nada menos que 10 kilos. “¡Mañana empiezo la dieta!”, se prometió. Comió otra cucharada de mermelada. Esto también había pasado el domingo anterior.

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