domingo, octubre 16, 2011

Refresco


Un hombre cruzó caminando aquella parte de parque que separa los lagos de Palermo de los bares de Pampa y Figueroa Alcorta. El sol primaveral era ideal para footing, así que no desentonó cuando se sentó en una de las mesas de afuera de Selquet vestido con jogging y remera. Un mozo vestido de impecable uniforme se acercó a su puesto al cabo de unos pocos minutos y le dijo:

- Buenos días, ¿qué le puedo servir? - y apoyó una carta en la mesa.
-Quiero pis – dijo aquel hombre, con la mirada perdida entre los árboles. Su voz era apenas audible pero firme.
- ¿Disculpe? - comentó dubitativo. - El baño queda bajando las escaleras, pasando la barra.
- Quiero pis... - repitió aquel cliente mirándolo fijamente.
- Señor, disculpe. No le comprendí bien – dijo perplejo el camarero.
- ¡¿Es que acaso usted es sordo o idiota?! ¡Le dije claramente que quiero pis! ¡Y traiga mi vaso con hielo que quiero refrescarme!

El mozo levantó una ceja, miró fijo a ese señor, no dijo palabra y se fue. Al cabo de unos minutos volvió con su resplandeciente vaso con hielo y bebida dorada. Después de todo, el cliente siempre tiene la razón.

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